viernes, 26 de enero de 2018

UN ABANDERADO EN TRICICLO


En el año de preescolar obligatorio, Juan fue inscripto en el jardín de infantes de la escuela Normal. 
Asistía con su triciclo, lo que llevó a otros niños a plantear que, si él podía llevar su triciclo, ellos también podían hacerlo. La maestra se aprestaba a darles una explicación sobre el tema cuando Juan levantó la mano y le pidió a la docente permiso para explicarles él mismo;  pasó al frente y les dijo a sus compañeritos que él usaba triciclo porque no podía caminar, pero ellos podían hacerlo y, por lo tanto, no necesitaban su triciclo para movilizarse. Al p arecer, su explicación fue muy bien entendida por todos, porque ya no hubo más reclamos para llevar el triciclo de parte de los otros niños.

En pocos días, Juan llegó a ser amado por maestros y compañeros, siempre luciendo su sonrisa feliz y su carita tan bella. Una carita de ángel. Era imposible conocer a Juan y no amarlo.

Sus maestras siempre lo integraron a los actos escolares, los otros niñitos caminaban y él, iba en su triciclo. También fue escolta de la bandera, en uno de los actos, de modo que no puedo decir que fue discriminado nunca y de ninguna manera.







¿No se ve la felicidad 
en su hermosa carita...?




En la última imagen, se lo ve con su carita de cansado, después del acto de fin de curso, cuando terminó su año en el Jardín de Infantes de la Escuela Normal. A su lado, mi hijo Pablo, mi nieta Belén, mi nuera Sonia y la maestra de Juan. ¡Qué lejanos parecen aquellos días! Es como si hubiera pasado un siglo ya...



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